El grito liberado de toda atadura vocal, se convierte en el lenguaje arcano
de las hechiceras, el garabato vocal de las locas, el alarido de las furias,
el lamento escalofriante de los espantos nocturnos, la risa desvergonzada
de la puta, la voz lúbrica y voraz del placer; una voz sin pudor que
maldice con profunda rabia, que goza de mil maneras y se duele con un
llanto indómito. Con el grito, los humanos retornamos a un estado salvaje,
ahí donde compartimos la energía vocis con los animales y las fuerzas de la naturaleza.
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